07 August 2025
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Conversamos con Kaya Henderson sobre igualdad, «El todo», excelencia y empoderamiento

Conversamos con Kaya Henderson sobre igualdad, «El todo», excelencia y empoderamiento - In Conversation with Kaya HendersonConversamos con Kaya Henderson sobre igualdad, «El todo», excelencia y empoderamiento - In Conversation with Kaya Henderson

Kaya Henderson es vicepresidenta ejecutiva y directora ejecutiva del Center for Rising Generations en el Instituto Aspen. Antes de eso fundó Reconstruction, una organización educativa dedicada a enseñar a los jóvenes sobre la historia, la cultura y las contribuciones de los afroamericanos de una manera integral y afirmativa. De 2010 a 2016 fue rectora de las Escuelas Públicas de Washington D. C., donde logró mejoras significativas en el rendimiento estudiantil, las tasas de graduación y las oportunidades educativas. Kaya comenzó su carrera como profesora de español en un instituto en el Sur del Bronx, en la ciudad de Nueva York.

En 2024, Kaya se unió al Consejo Asesor de Educaciónde Nord Anglia Education, que brinda perspectivas externas para respaldar la oferta docente y educativa en sus más de 80 escuelas.

 

Has hecho muchas cosas en educación. ¿Cuál es el hilo conector?

Desde el inicio de mi carrera docente, siempre me he visto como alguien que ayuda a que los jóvenes alcance su máximo potencial. Creo que todos tenemos algo maravilloso dentro de nosotros, y todas nuestras experiencias y años de educación tienen como objetivo ayudar a liberarlo.

El hilo real es: ¿cómo maximizamos estas oportunidades que nos ayudan a liberar lo que todos llevamos dentro? Y, ¿cómo creamos sistemas y entornos para que nuestros profesores y educadores de primera línea puedan ayudar a los estudiantes en este propósito?

 

¿Cómo han influido tus propias experiencias en tu opinión sobre lo que es una buena educación? ¿Cómo ha cambiado tu opinión con el paso del tiempo?

Entré en el campo de la educación con una mentalidad muy fija sobre cómo es una buena educación, y 33 años después, no ha cambiado demasiado. Creo que se debe a haber sido beneficiaria de una increíble educación pública; asistí a una escuela primaria con integración artística. Era un colegio de Core Knowledge y todo lo que hacíamos cada año se centraba en un tema. Las matemáticas, arte, estudios sociales e inglés se vinculaban a ese tema, de modo que aprendí de una forma muy integrativa.

Después fui a un Instituto Nacional Blue Ribbon, donde asistí a increíbles clases de honores. Aunque estaba en el nivel más alto, también asistí a clase con los alumnos «normales» (sin honores) y pude ver de primera mano que ellos no recibían la misma educación que yo.

También estaba en una comunidad con un foco muy intenso en las actividades extracurriculares. Fui Girl Scout. Iba a clases de hípica y de baile. Aprendí a esquiar a los diez años. Tocaba el violín y fui cheerleader. Viajé. Mi madre, que era maestra, me decía: «Tienes que ver el mundo». Probablemente he visto tres cuartas partes del mundo antes de cumplir los 18 años, y eso que no éramos ricos.

Ese amplio conjunto de experiencias vividas de joven me han moldeado en lo que soy y en lo que creo. Fui a la universidad, mis creencias se vieron desafiadas, y tuve que aprender a respaldarlas. Cuando pienso en lo que intenté hacer en las Escuelas Públicas de D. C., o lo que estoy tratando de hacer en el Instituto Aspen, procuro brindar a los jóvenes ese mismo conjunto de experiencias: un conjunto riguroso de experiencias académicas integradas y relevantes, combinadas con muchas oportunidades de exploración: actividades extracurriculares, artísticas y creativas.

De pequeña, me encantaba el colegio. Quiero que los jóvenes sientan alegría hacia todas sus experiencias y que puedan extrapolar lo aprendido a la vida real.

 

¿Por qué decidiste unirte al Consejo Asesor Educativo de Nord Anglia?

Uno de los motivos por los que me emocionó unirme a la comunidad de Nord Anglia fue porque ven la educación de forma holística. Nord Anglia ve su misión como ayudar a formar los líderes del mundo.

A menudo, las comunidades con más recursos descubren las cosas antes que el resto. Y si puedo aprender de esta comunidad global y descubrir cómo acercarla a personas que tal vez nunca tendrían esas mismas oportunidades, para mí eso representa un gran atractivo.

Las preguntas que me hago son: ¿Qué están haciendo los mejores colegios del mundo? Y, ¿cómo logro que estos beneficios sean más accesibles a un grupo más amplio de gente?

Cuando reflexionas sobre tu carrera, ¿de qué te enorgulleces más?

Estoy muy orgullosa del trabajo que realizamos en las Escuelas Públicas de Washington D. C., ya que era una ciudad que estaba dejando de lado la educación pública. La gente aquí estaba sentenciando de muerte a la educación pública. Nos veíamos ante 40 años consecutivos de caída de las matriculaciones, desinversión financiera y abandono, nuestros edificios se estaban desmoronando y éramos el distrito escolar urbano con peor rendimiento del país. Estábamos en una espiral mortal.

Y lo que hemos logrado a lo largo de diez años es restaurar la confianza de la gente en la educación pública, no solo en las escuelas tradicionales, sino también en las autónomas. Hemos visto seis años consecutivos de aumento de matriculaciones, y los colegios siguen creciendo. Fuimos capaces de crear un producto del cual nuestros ciudadanos se sintiesen orgullosos y estuviesen dispuestos a matricular a sus hijos, y nuestro gobierno consideró que valía la pena la inversión. Solíamos ser el saco de boxeo de los políticos, y ahora gente de todo el mundo viene a Washington D. C. para ver cómo cambiamos las cosas.

 

¿Qué habilidades, mentalidad y capacidades deberían desarrollar los jóvenes con ayuda de los colegios en 2025?

Un aspecto en el que creo que nos hemos equivocado en los últimos 30 años en materia de educación es que la hemos reducido a un conjunto limitado de datos porque es más fácil de asimilar para los adultos.

Decimos: «Si podemos alcanzar las puntuaciones de lectura de tercer grado y matemáticas de octavo grado, o graduar al 75 % de los estudiantes de secundaria, o encaminar a los jóvenes hacia la universidad y una carrera, eso es una buena educación». Y eso no es una buena educación.

Lo que aprendí en «Teach for All», y cómo perciben el propósito de una buena educación, es que necesitamos crear estudiantes que sean líderes, que puedan resolver problemas para sí mismos, para su comunidad y para el mundo.

Sí, se necesitan aptitudes para tener capacidad de resolver problemas, pero las aptitudes son el medio, no el fin. Por ello, tenemos que expandir la finalidad de la educación, que no solo sea resolver problemas, sino cambiar el mundo.

En tu opinión, ¿por qué es importante llevar la igualdad al centro de lo que hacen los colegios?

A veces, reducimos conceptos complejos a términos limitados como «igualdad». Entiendo la importancia de un lenguaje compartido, pero para mí, si miras todo lo que he dicho sobre educación en el transcurso de los años, verás que no utilizo términos como «brecha de logros» o «brecha de oportunidades». No es la lente por la que miro este trabajo.

Aunque en la práctica mi trabajo se centra en la igualdad, lo planteo como «el todo». Eso significa garantizar una educación de calidad para todos los niños, incluidos los niños con discapacidades, los que están encarcelados, los que viven en campos de refugiados o los niños de color: todos. Suelo recordar a la gente que no se distraiga con las etiquetas ni con el envoltorio.

En las Escuelas Públicas de D. C., logramos un avance destacable porque estábamos en crisis. Como he mencionado, en esa época éramos el distrito con peor rendimiento del país y había carecido de recursos durante años, pero ahí es donde plasmo mi mejor trabajo.

Vengo de una comunidad que, a pesar de una inmensa adversidad, aprendió a leer y escribir en las condiciones más peligrosas, a menudo en secreto, sin acceso a recursos formales. En los doce años posteriores a la emancipación, esa misma comunidad estableció 37 colegios y universidades históricamente negros. Ese tipo de visión, resiliencia e ingenio son parte de mi herencia.

También porto el legado de aquellos a quienes se les negó el derecho al voto, pero durante la Reconstrucción, 500 000 afroamericanos encontraron la manera de superar la supresión del voto y ayudaron a elegir a Ulysses S. Grant, quien ganó por solo 300 000 votos. Así que, cuando la gente dice que nuestro voto no importa, recuerdo que ya hemos estado aquí antes y hemos demostrado a la gente que se equivocaba. Puede que no me enfrente al mismo nivel de adversidad, pero aún tengo la responsabilidad y la libertad de actuar. Es mi deber desafiar la injusticia y garantizar que los jóvenes de todo el mundo reciban lo que necesitan para prosperar.

 

¿Cómo deberían las escuelas de Nord Anglia ayudar a los jóvenes a pensar en retribuir y tener un propósito más elevado?

Creo que hay dos cosas que me vienen a la mente. Una de ellas es encontrar formas de compartir más ampliamente lo que sabemos. Tenemos un grupo de investigación en Nord Anglia que se dedica a difundir conocimientos y prácticas, como nuestra investigación sobre metacognición. Me emociona la idea de compartir estos conocimientos con un público más amplio.

La segunda cosa es que estamos ayudando a que los jóvenes comprendan la interconexión. Los proyectos que realizamos, los desafíos que les planteamos, junto con nuestro trabajo de metacognición, todo ello tiene que ver con el liderazgo. Se trata de resolver problemas para ti mismo, para tu comunidad y para el mundo.

Cuando pienso en Estados Unidos, pienso en los ideales de individualismo rudo que sustentan nuestra cultura. Cuando observo otras comunidades que son comunitarias, culturas que son mucho menos individualistas, sé con certeza que hay otro camino. Una forma de enseñar a los jóvenes privilegiados que tienen un papel que desempeñar para mejorar el mundo, relacionándose con personas que no son como ellos y utilizando sus habilidades y recursos, no solo para ellos mismos, sino para todos.