Desde que era una niña muy pequeña, quería ser maestra. Tuve una excelente maestra en mi segundo grado; ella fue capaz de hacernos sentir cómodos, amados y seguros. Recuerdo cómo quería ir a su clase todos los días. Cuando terminé mi secundaria, estaba segura qué quería seguir estudiando. En la Universidad de Costa Rica, obtuve mi bachillerato en educación preescolar. Después de terminar mis estudios, trabajé como asistente de preparatoria por un año.
Durante ese año, decidí darme un tiempo para disfrutar a mi bebé que recién había nacido. Poco después, tuve dos hijos más y fui muy afortunada en poder quedarme seis años en el hogar con mi familia.
Cuando mis hijos empezaron la escuela, regresé al trabajo, como asistente docente de kínder en Country Day School. Pronto me ofrecieron un puesto de maestra en la guardería, donde trabajé muchos años. de allí pasé al kínder y luego al prekínder. Han pasado casi 23 años y sigo enamorada de la educación, como lo he estado desde que empecé a enseñar. Mis hijos ya son adultos; afortunadamente, dos de ellos heredaron el mismo amor por la educación. Mis dos hijas trabajan en Country Day School. Para mí, enseñar y pasar el tiempo con mis alumnos es una de las experiencias más gratificantes y extraordinarias.